Doctora Rossana Villalobos:

Con 30 años de trayectoria en la medicina, la doctora Rossana Villalobos fue reconocida en el marco del 8M por el Departamento de Género y Salud del Colegio Médico como una de las nueve médicas destacadas en la Región de La Araucanía.

Jefa del servicio de Pediatría del Hospital Hernán Henríquez Aravena y directora docente de la carrera de Medicina de la Universidad Mayor sede Temuco, la médico cirujana Rossana Villalobos Castillo señala que fue emocionante haber sido reconocida por sus pares profesionales y también una sorpresa.

“Una siempre cree que las personas reconocidas son personas excepcionales, son líderes nacionales o mundiales, y de repente le dicen a uno, ¿sabes qué? Te vamos a reconocer por tu trayectoria en el ámbito de la salud y por tu trayectoria en la universidad. Y la verdad que fue un momento muy feliz cuando recibí la noticia, mucho orgullo para mi familia, sobre todo mi madre, que estaba ahí en primera fila muy emocionada cuando recibí el reconocimiento”, recuerda la profesional.

Durante su trayectoria, esta profesional ha sido parte de la formación de muchos médicos y médicas de la región, que además aportan al país, pero también ha observado como ha ido variando la prevalencia masculina en su profesión, a través del tiempo.

Eloísa Díaz

“En el año 1833 comienza formalmente la carrera de medicina en Chile, y tuvieron que pasar más de 50 años, en 1887, para que una mujer pudiera ingresar a la universidad a estudiar medicina. Por lo tanto, podemos decir que inicialmente la carrera fue exclusivamente para varones, y tanto la doctora Eloísa Díaz, que fue la primera mujer médico en Chile, y después su sucesora, fueron las pioneras que lucharon y superaron un sinnúmero de adversidades, para que con el tiempo la mujer pudiera ingresar a estudiar medicina” a la par de nuestros colegas varones, relata.

“En mi época, cuando yo ingresé a la universidad el año 1985, lo hacía una mujer por cada tres o cuatro hombres”, agrega, “mientras que actualmente, en el ingreso a la carrera de medicina más del 50% son mujeres, y en algunas universidades puede llegar hasta el 65%, sin embargo, a pesar de aquello, si uno revisa todas las especialidades médicas, hay algunas en donde la mujer todavía no se encuentra presente en la cantidad que uno quisiera, sobre todo en las especialidades quirúrgicas”.

Pero, ¿Qué ocurre en los cargos directivos de los centros de salud o universidades? “Esa es otra historia”, señala Villalobos, “Cuando miramos los distintos estudios sobre la mujer en cargos directivos o de responsabilidad, tanto en el área clínica como en el área académica, las mujeres no superan el 20%, por lo que la mujer todavía sigue siendo discriminada y estamos aún al debe en cuanto a equidad de género. Si partimos desde la academia con esa discriminación estamos mal, porque justamente ahí es donde se deben enseñar los valores de equidad, de igualdad de género, la no discriminación, y a veces no se inculcan estos valores de la forma que quisiéramos”. La educación tiene un rol fundamental en el cambio de mentalidad de la sociedad para alcanzar entre hombres y mujeres un trato justo, acceder a las mismas oportunidades, poder formar una familia sin temor a ser discriminadas y ser tratadas con el mismo respeto, dignidad y derechos que los hombres, para así tener las mismas posibilidades de crecer y desarrollarnos como personas y profesionalmente.

La familia

“La verdad es que uno siempre tiene que tratar de compatibilizar la vida y el trabajo con la vida familiar. Se debe buscar el equilibrio, lo cual no siempre es fácil. Y yo tuve la suerte de tener una buena red de apoyo, que es lo que toda mujer que trabaja trata de buscar”, explica la profesional, “Tuve el apoyo de mi madre y de mi suegra, cuando los niños eran muy pequeños. Después uno se las bate con el jardín infantil, con el colegio y de esa forma uno puede ir saliendo adelante.

“Yo hice turnos por 20 años”, agrega la doctora, “por lo tanto, ahí se ponía un poquito más compleja la situación, por lo que también tengo que destacar a mi esposo -que no es médico- él me ayudó sobre todo en el tema de los turnos, en las noches, los fines de semana, los festivos, las fiestas, muchas navidades y años nuevos en que tuve que estar haciendo turnos, y él estaba ahí para apoyarme, y me ha apoyado toda la vida también en el desarrollo de mi carrera”.

Consultada sobre la pandemia, señala que en lo familiar no tuvo mayores complicaciones, sin embargo, en su trabajo debió estar siempre “al pie del cañón” trabajando. “No me vi forzada al encierro. Todos los días salí a trabajar. Al principio con susto, porque todo el mundo salía casi vestido de robot, y después en la casa había que ir a ducharse y seguir todos los protocolos, pero ahí también destaco el apoyo de mi esposo, él sí se encerró, y mi hijo también, porque está estudiando”

“Gracias a Dios, desde el punto de vista emocional y de salud mental, que fue una segunda pandemia post-COVID, mi familia no se vio tan afectada, pero sí lo ha sido la atención de pacientes con patologías de salud mental, la que hubo post-COVID inmediatamente el 2022 y hasta hoy en día, una tremenda ola de adolescentes que hemos tenido que atender, ha sido algo realmente impresionante”.

Sensibilidad y empatía

Considerando la especialidad de la doctora Villalobos, le consultamos qué ocurre cuando le deben dar malas noticias a los familiares de los niños. “Ese es un tema que conversamos con nuestros colegas. Para ser pediatra y tomar esta especialidad, uno tiene que tener vocación y le tienen que gustar mucho los niños, y nos distinguimos de otros profesionales del hospital porque somos más sensibles, mucho más empáticos, tanto con los niños como con sus padres”.

“Dar malas noticias es lo peor, porque uno emocionalmente se compromete, aunque se trata de hacer la diferencia o la separación en el sentido de no afectarse con las situaciones de los pacientes, pero esto a veces es complejo, sobre todo cuando uno es madre, por lo que debemos tener la suficiente entereza para dar esa mala noticia, acoger a esos padres, abrazarlos, hacer que lloren y que sientan que nosotros realmente estamos apoyando esa situación”, explica la especialista, “no es fácil, incluso hay cursos en que se enseña a desarrollar habilidades frente a esta situación. Para nosotros, también es importante después conversarlo en equipo, para poder superar ese dolor que nos queda”.

El equipo

El Servicio de Pediatría del Hospital Regional Hernán Henríquez Aravena está integrado por médicos, enfermeras, técnicos paramédicos y auxiliares de servicio, sumando cerca de 140 funcionarios.

“Es un servicio realmente grande, tenemos 65 camas. No todos los funcionarios trabajan aquí, por supuesto, varios de los médicos subespecialistas trabajan realizando interconsultas y su función principal la desarrollan en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento, el CDT, donde hacen la atención ambulatoria”, explica la doctora, “y hay otro grupo de médicos que está en las tres unidades que tiene el Servicio de Pediatría, Hematooncología, Segunda infancia y Lactantes”.

El futuro

“Tengo la suerte de estar desarrollándome en dos áreas, en la clínica y en la académica. Posiblemente seguiré trabajando no más de 10 años en el área clínica y en el área académica un poco más”, afirma, “de las nuevas generaciones de doctoras espero que trabajen y se esfuercen mucho, que sigan posicionando a la mujer como líder, que yo creo que es lo necesitamos. Recordemos que el mayor aporte de la mujer en la medicina es que ha contribuido a Humanizarla, por lo tanto, es importante que la mujer se siga empoderando, que adquieran cargos de liderazgo, ya que siempre vamos a ser un aporte”.

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