Manuel González Medina, Psicólogo Clínico:
El profesional destaca que durante la pandemia nos vimos invadidos por experiencias virtuales, algo que está afectando especialmente a los más jóvenes.
Como psicólogo clínico, con 20 años de experiencia en salud mental, ha sido parte de numerosos programas públicos y privados ligados al trabajo con niños, adolescentes, adultos y familias, así como también el aporte en docencia universitaria y atención en consulta particular que realiza hasta la fecha, abordando ámbitos que van desde la prevención y promoción de la salud mental, hasta la reparación y psicoterapia, en temas como la violencia, maltrato, abuso sexual, bullying y vulneración de derechos, entre otros.
En el marco de la pandemia, González destaca que los casos más recurrentes que han llegado a la consulta se relacionan con trastornos del estado de ánimo, como cuadros depresivos, crisis de ansiedad, crisis de pánico, cuadros de estrés, impulsividad y agresividad, así como conflictos familiares y pareja.
Periodo excepcional
“Debemos considerar que, como personas y grupos humanos, todos en mayor o menor medida hemos pasado un periodo excepcional producto de la pandemia, casi dos años encerrados en que debimos trabajar y estudiar a distancia, originándose problemas asociados a la falta de privacidad, espacio, tiempo, exceso de exposición a las pantallas, combinación de roles y el miedo propio asociado a lo desconocimiento y amenaza que representaba el virus del COVID”, explica.
Esto generó desde mediados de 2020 un aumento progresivo de las consultas online, con los mencionados cuadros psicológicos y emocionales que comenzaron a visibilizarse como una segunda pandemia, la de la salud mental. En este sentido el profesional enfatiza que en términos terapéuticos “Más que hablar de enfermedad o trastorno mental, que puede implicar una etiqueta o estigma negativo, es más pertinente denominarlas “condiciones” de salud, que implican estados muchas veces transitorios asociados a aspectos biográficos y situacionales, que involucran aspectos físicos, mentales, emocionales, relacionales y espirituales, que en su particular vivencia interna, cada persona procesa como algo subjetivo y debe ser comprendido de manera fenomenológica y personalizada”, puntualiza.
Jóvenes y tecnología
Otro aspecto que llama a tener en cuenta el profesional, es la invasión de tecnología y virtualidad que vive la sociedad actual, especialmente los niños y más jóvenes.
“Hemos visto la aparición de un síndrome por dependencia tecnológica, con psicopatologías que incluyen trastornos importantes, donde la vida se vuelve virtual y se pierde conexión con lo real”, explica.
El profesional agrega “esto genera una especie de despersonalización, de disociación con la realidad, en el mundo virtual casi todo es fragmentado, idealizado y exprés, generando que los niños y jóvenes no tengan casi interés por vivir experiencias reales, profundas y serenas, debilitándose el desarrollo de habilidades blandas y la capacidad de vinculación y empatía. “A esto debemos agregar el sedentarismo y la obesidad creciente en nuestro país, en los que también tienen influencia este abuso de la tecnología”, señala.
Nuevas generaciones
A diferencia de las generaciones anteriores, el psicólogo destaca y valora también que un segmento importante de los jóvenes de hoy han desarrollado una marcada conciencia social y ambiental, no obstante, también recalca que con el abuso del mundo virtual puede experimentarse la pérdida de humanidad, que se alimenta de experiencias de vínculo y de contacto real con las personas y seres significativos, de hecho, al analizar las anamnesis, constatamos que dichas experiencias reales son las que van marcando y nutriendo el desarrollo evolutivo”, indica.
“A manera de ejemplo, recordar que, en tiempos donde la pandemia más atenazaba, los aplausos públicos en las calles y balcones al personal de salud, o el hacer sonar una campana cuando se daba de alta un paciente, o la necesidad (o imposibilidad cuando no estaban cerca) de abrazar a nuestros seres queridos en pleno confinamiento, eran iniciativas que respondían a la necesidad básica de la experiencia de vinculación real, de contar con vivencias que nos humanizaran en esos momentos tan difíciles”, agrega.
Recuperarnos
González señala que hoy, cuando lo peor de la pandemia parece haber pasado, tenemos la responsabilidad y oportunidad de recuperar, mantener y cuidar nuestra salud mental, estimulando la convivencia, los vínculos y la comunicación. Sanamos cuando nos sentimos escuchados, protegidos, comprendidos, apoyados…amados.
“Cuando nacemos, la base de la experiencia humana comienza con el apego, ese vínculo primordial y definitivo para la vida. Hoy, volver a la experiencia real es una urgencia, una necesidad básica que la virtualidad no puede reemplazar”, explica, agregando que “Juntarnos en familia, con amigos, abrazarnos más, reír, compartir y conversar lo cotidiano, celebrar juntos lo importante de la vida, eso es lo que nos proporciona estabilidad, salud y felicidad”.
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