Gonzalo Verdugo, vicerrector regional de la Universidad Mayor sede Temuco
Muchas historias guarda el monumento natural, que ha visto cómo el crecimiento urbano afecta a su protección. Su actual estado implica desafíos, donde el camino está en el resguardo y la preservación. Dos amantes de la ciudad analizan y proponen ideas para crear una nueva forma de mirar esta selva en medio de la urbe.
El punto más alto de la ciudad, lugar de protección de fauna y flora exótica, un punto de referencia cuando uno llega al centro por la mañana, y mira la neblina que cubre a los árboles que dan vida al Cerro Ñielol, el monumento natural que, desde que se construyó el primer camino de subida y bajada por la continuación de Prat en 1939, ha sido un lugar de encuentro con la naturaleza.
A veces no valoramos lo que tenemos. A 7 minutos de la Plaza de Armas, la gente de la ciudad tiene la posibilidad de visitar un bosque nativo con vegetación típica de la selva valdiviana; un tesoro natural a ojos de Gonzalo Verdugo, vicerrector regional de la Universidad Mayor sede Temuco, quien aspira a transformar la manera en que los temuquenses han interactuado con el lugar.
Por su parte, el historiador local Diego Vrsalovic rescata que el proyecto original se levantó más como un símil del Cerro San Cristóbal de Santiago que como un Parque Nacional inalterable, que logró su estado gracias a la visión de Luis Picasso, filántropo local, quien de su propio bolsillo financió varias obras de adelanto, para que así en esos años se plantaran más de quince mil árboles. Vrsalovic destaca que quienes han trabajado en su desarrollo siempre aspiraron a que fuese un lugar de “recreación gratuita para el pueblo y atracción de turistas”.
Hoy, el terreno que administra la CONAF y único Monumento Natural en zona urbana de Chile enfrenta varios desafíos si se busca preservar para futuras generaciones. Para Verdugo lo principal está en cambiar la categoría de Monumento Natural, lo que provoca que el cerro tenga horarios limitados de entrada, los cuales no coinciden con las rutinas de la gente de la ciudad. Si la mayoría de las personas termina de trabajar a las 18 horas, y al cerro se puede entrar solo hasta las 16.30, se impide que muchos puedan cerrar su día con un atardecer desde el mirador.
Un punto vital es crear un sistema de protección contra incendios, tanto de detección como control de daños. Tan solo en diciembre pasado, un siniestro afectó a dos hectáreas del cerro Mariposa, al lado del Ñielol, contando con especies inflamables como pinos y eucaliptos, lo que lo vuelve un peligro ante la crisis climática que vive el mundo.
Otra de las tareas es parar la constante transgresión que sufre el cerro ante el crecimiento urbano, definir límites en sus bordes para evitar que construcciones afecten al entorno. Así también, crear conciencia ambiental entre los visitantes, muchos de estos que caminan por lugares erróneos o llegan en auto junto a sus mascotas, que pueden ser letales para la fauna endémica. En este tipo de espacios se tiene que trabajar con una carga de ocupación, es decir, calcular cuánta gente soporta el cerro sin transgredir su ecosistema a diario. Verdugo plantea definir rutas de senderismo que eviten el paso por caminos equivocados.
Desde el lado práctico, también falta mejorar la conectividad del cerro y su infraestructura turística. Si bien se reinaguró el mirador principal, que destaca por su belleza arquitectónica, está pendiente mejorar las vías de acceso, poco amigables con los peatones que suben por el asfalto dañado. Al interior, los estándares de seguridad ni de accesibilidad universal o medioambiental están al debe. No hay basureros en ciertos tramos, la información de especies no está actualizada en ciertos puntos, e incluso Verdugo propone iluminación con sentido ambiental, pensando en las aves nocturnas. Por otro lado, su diseño vial es tremendamente peligroso e inseguro para los conductores a ojos del arquitecto. Problemas que, frente al costo de acceso, que ronda en los $1500 a personas normales y $3000 a extranjeros, se esperan mayores expectativas frente a su estado.
Las críticas podrían acabar con el proyecto que Conaf está desarrollando para cambiar esta situación. Cesar ibañez, jefe de la unidad de estudio y control de gestión de Conaf Araucanía, explica que la iniciativa llamada “Reposición de Infraestructura de Uso Público y Administrativa Monumento Natural Cerro Ñielol”, está en primera etapa de Diseño, y cuenta con financiamiento del FNDR de 220 millones de pesos. La iniciativa considera 4.358 m2 de espacios interiores y exteriores, más la red de senderos equivalente a 3.000 m2 y su correspondiente plan de interpretación ambiental.
Actualmente el proyecto deberá ingresar a reevaluación por parte del GORE y MIDESO, con motivo de realización de consulta indígena e ingreso al sistema de evaluación ambiental. De forma complementaria se deberá solicitar suplemento presupuestario para la realización de dichos procesos.
Reimaginando el cerro
Una idea que siempre ronda es la posibilidad de diseñar un funicular, teleférico o aerovía de acceso universal. Vrsalovic aprueba este sueño, mientras que Verdugo aterriza la situación, dando cuenta que el cerro es pequeño para un proyecto de este estilo. Él opta por soluciones que no intervengan al monumento, como un bus panorámico con energía eléctrica.
Reimaginar el Ñielol es una tarea que implica apoyo gubernamental y privados. Para el historiador Vrsalovic, el monumento debe recuperar el propósito que pensó Picasso desde un inicio, “que ricos y pobres puedan sentarse a la misma mesa con acceso para todos los bolsillos”. El arquitecto local también sueña en grande, con volver al lugar “el punto cero de los ecosistemas naturales de La Araucanía”. Si un turista viene a la región, debe iniciar su recorrido en el cerro, con una experiencia que requiere creatividad.
El cambio climático ha sido un gran aliado para empezar a generar conciencia en la sociedad civil respecto al valor de los ecosistemas de los territorios. El Cerro Ñielol es un espacio que no debe quedar ausente de los grandes cambios que vive Temuco.
Funte periodística : Ricardo Olave