El profesor e investigador sureño, se refiere en esta entrevista a los estudios que ha realizado sobre los grafiteros, el estallido social y nuestra vida en la ciudad antes, durante y después de la pandemia.
José Flores Cárdenas nació en Puerto Montt, es psicólogo especializado en psicología social, titulado en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, y con estudios en Intervención e investigación psicosocial de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Recientemente, Flores Cárdenas publicó una investigación denominada “La psicología social en la calle: Conociendo las prácticas grafiteras en la disputa cotidiana por el espacio público”, donde estudia los significados y prácticas en la construcción del espacio público de jóvenes grafiteros y grafiteras en la ciudad de Puerto Montt.
“La psicología social estudia fenómenos como la violencia política o la generación de identidad, en mi caso, me interesa estudiar la relación entre lo urbano y la forma de habitar la ciudad, donde se puede apreciar la forma en que la ciudad modula a las personas”, explica el académico e investigador.
Vida en la ciudad
Aunque al referirse de manera académica al tema puede sonar complejo, en realidad sus estudios apuntan a prácticas cotidianas que todos vemos durante nuestra vida en la ciudad: las personas que se trasladan en bicicleta, quienes practican skateboard, parkour, y el grafiti, modalidad de pintura que realizan mayormente los jóvenes y que ha captado la atención de Flores Cárdenas.
“Los grafiteros participan de procesos de acción colectiva, interactúan con instituciones y normativas, que buscan regular los usos y las posibilidades de habitar la ciudad. El grafiti es un arte, y al mismo tiempo un deporte, una forma de jugar con la ciudad, los grafiteros actualizan sus obras, crea y reciclan muros, existiendo una disputa constante entre quienes habitan la ciudad y estas prácticas visuales”, explica.
“El grafiti es también una forma de vida”, explica Flores, “estas prácticas aparecen cuando las ciudades crecen, es una especie de juego con la ciudad, hermosearla, afearla, transgredirla, al tiempo que existe una especie de tensión con las fuerzas del orden”.
Alapinta
José Flores destaca que un ejemplo importante en el sur de Chile es el colectivo artístico “Alapinta”, quienes iniciaron su trayectoria pintando muros de La Araucanía en 2004, para luego extenderse a lugares tan distantes como Melinka, Punta de Choros, Chaitén, Quellón, Tierra del Fuego y el Valle de Colchagua, entre muchos otros.
“Alapinta forma parte de una tradición muralista y la actualiza a formas del mural contemporáneo, son muy conocidos, especialmente en el sur de Chile y su trabajo es muy difundido por sus admiradores mediante redes sociales”, explica Flores, agregando que “ellos han tenido una destacada difusión de las culturas originarias en un lenguaje actual, ellos tienen una fuerte relación con la cosmovisión indígena, pero a través de un lenguaje actual relacionado al anime, a los videojuegos y a las narrativas digitales”.
En este sentido, destaca la importancia que han tomado los pueblos originarios en temáticas como la defensa del medio ambiente, imaginar otras formas de vida, buscar nuevos horizontes para vivir en sociedad, “esas son inquietudes que atraen especialmente a los más jóvenes”, agrega.
Estallido social
En este sentido, el especialista destaca que las redes sociales han permitido aumentar la difusión de las obras de los grafiteros. “Esto lo vimos especialmente a través de los mensajes políticos expresados a partir del estallido social de octubre de 2019. Los movimientos ciudadanos le respondían mediante grafitis y rayados a los personajes políticos, y recordemos que el estallido comenzó en el Metro, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad”. Esto no es casual ya que pareciera que es la ciudad misma, en la cual, y por la que se protesta, esta ciudad que duele cotidianamente. Agrega.
Actualmente, no todos los grafiti son ilegales, hoy existen murales o graffiti que cuentan con apoyo de fundaciones, municipalidades, centros culturales, y vecinos que apoyan y autorizan las pinturas. También existen alianzas entre instituciones y grafiteros para difundir ciertos mensajes.
Pandemia y ciudad
“La pandemia se ha expresado especialmente en la vida de la ciudad, pre, durante y postpandemia la vida urbana ha sido afectada y la salud mental de las personas también ha sido afectada”, explica José Flores, “el confinamiento nos ha quitado la ciudad que es parte de nosotros, y eso a todos nos afecta”. Somos con la ciudad, entonces retraernos de ella puede ser doloroso.
“Tras la pandemia debemos recuperar el tiempo y recuperar cosas que antes no pudimos hacer, deberíamos tener una mejor apreciación de la ciudad, más amigable, más justa, reducir la velocidad de la vida, caminar, recorrerla en bicicleta, mirarla fotografiarla”, Las sociedades actuales tienden a una continua aceleración lo cual muchas veces nos irrita y genera malestar, vivir la ciudad de otra forma, y a su vez construir una ciudad más justa y de cuidado, es un horizonte necesario para la convivencia puntualiza Flores.