Refugios Miruko:
Alfredo de la Quintana Gramunt, ingeniero eléctrico, diseñó y construyó un pequeño refugio, que permite experimentar una desconexión del exterior y una conexión con nuestro interior, para volver a vivir al ritmo de la naturaleza y escuchar el silencio, experiencia que concretó en el sector Pumalal, a pasos de la entrada norte a Temuco.
Se ha repetido hasta el cansancio el daño que la vida moderna produce en la calidad de vida de las personas, el estrés de la vida cotidiana y la tecnología que invade hasta las relaciones familiares. Pero existen personas que se han vuelto conscientes de esta situación y han decidido tomar medidas al respecto, recuperando e incluso mejorando su calidad de vida.
Es el caso de Alfredo de La Quintana Gramunt, exitoso ingeniero eléctrico nacido en Santiago, quien llegó a crear su propia empresa, la que generó importantes recursos, pero a un costo personal muy alto. “Sufrí dos ACV con posibilidades de no sobrevivir a un tercero, a lo que se sumó el periodo de la pandemia. Ahí me decidí a hacer algo al respecto”, señala, desde su casa ubicada en el sector Pumalal, en la entrada norte de Temuco, con una vista espectacular a siete volcanes y rodeado de bosque nativo.
“La pandemia me hizo comprender el valor de ciertas cosas. Habíamos comprado este terreno en Temuco hace unos quince años y construimos la casa hace unos diez años. Así es que me vine a Temuco y le dije chao a Santiago, nunca más”, recuerda, agregando que vivir aquí ha sido toda una experiencia: “Le recomiendo a todo el mundo vivir en regiones, fuera de Santiago, por ejemplo, las familias con niños aquí realmente pueden disfrutar de la vida, acá se puede vivir en el campo, cultivar productos, criar animales, generar tu propia energía”.
Refugio Miruko
Como una forma de compartir esta plenitud de la vida, Alfredo comenzó a idear la creación de un pequeño refugio, no una cabaña de veraneo ni una tiny house, sino un lugar pequeño pero muy bien equipado, con lujo y tecnología, ideal para descansar en medio de la naturaleza, trabajar en un lugar tranquilo, o disfrutar de la paz en silencio para encontrarse con uno mismo.
“Esto requirió de mucho estudio. Comencé revisando modelos de refugios europeos, escandinavos, hasta llegar al modelo que me pareció más adecuado, diseñado por unos arquitectos italianos, el cual adapté a la materialidad y el entorno del sur, y a los objetivos y necesidades que yo mismo me había planteado”, explica.
El espacio diseñado por Alfredo sólo tiene 18 metros cuadrados, pero incluye todo lo que alguien puede necesitar para vivir: terraza y ventanal con vistas a la Cordillera de Los Andes y los volcanes, espacio de estar con un cómodo sillón, estufa, cocina, mesa plegable para comer o trabajar, baño completo y una cama de excelente calidad, además de una altura de 3 metros, por lo que no existe sensación de encierro.
“Este es un lugar cómodo, agradable para descansar, para pensar, para trabajar en paz, para concentrarse en un proyecto”, son muchos los usos que Alfredo cada día descubre para este espacio que hasta hoy han compartido a una quincena de amistades y unos tres clientes que han llegado mediante aplicaciones de arriendo.
¿Y si yo quiero un refugio Miruko?
Algunas características que resaltan en Alfredo de La Quintana son la humildad y la generosidad. Reconoce que como ingeniero eléctrico no estaba muy cercano a la carpintería o la construcción, por lo que este primer refugio requirió de casi un año de construcción con muchos ensayos y errores.
“Ahora quiero compartir lo que he logrado con el refugio Miruko; si quieren pueden vivir la experiencia en el que yo construí, pero también podemos construirle el propio en el lugar que quieran, pues está diseñado para soportar climas de alta montaña, fríos extremos y tormentas; creo que incluso mejoré el diseño del refugio de los italianos que ellos venden en unos 100 mil euros y podemos construirlo en unos tres meses a un costo mucho menor”, añade.
“A mí me fascina todo lo que he hecho en la vida, en la ingeniería eléctrica, y también ahora con Refugios Miruko (“paz”, en japonés), he mejorado mi capacidad de socialización con quienes nos visitan y el refugio ha sido toda una experiencia de paz interior que ahora quiero compartir”, puntualiza Alfredo.
www.instagram.com/refugiosmiruko/