“Emilo que estás en los cielos” es el nombre de la nueva producción de La Máquina Films, producción regional que buscará entender la figura de Emilio Insotroza, el último condenado a muerte y ejecutado en Temuco en 1943, convertido con el con el paso del tiempo en santo de devoción popular. Marcelo Cuevas, su realizador, explica detalles del cortometraje.
Por Ricardo Olave Montecinos
La primera vez que el realizador temuquense Marcelo Cuevas escuchó hablar del santo Emilio Inostroza, fue en el restaurante de su abuela en calle Blanco, cerca del Cementerio General de la ciudad. El local era visitado por los parroquianos, que a veces contaban historias como la de aquel último condenado a muerte y ejecutado en la Cárcel de Temuco, y la devoción popular que arrastraba entre los creyentes, como su abuela y su tía, quienes iban a dejarle rosas, prender una vela o arreglar la tumba del personaje.
El 26 de octubre de 1910, en Huichahue, nació Emilio Inostroza Sepúlveda, un hombre de campo, un gañán, una persona sin domicilio fijo que buscaba trabajos esporádicos para poder pagar sus vicios. Emilio cometía crímenes, considerados pequeños para su momento, como robo de gallinas, escándalos en la vía pública o peleas.
Su vida cambia rotundamente cuando él y su cómplice, Alfredo Palacios, preparan un plan para robar en la casa de 2 ancianos, que Emilio sabe que cuentan con dinero, ello tras escuchar que habían vendido unos animales. Sin embargo, el plan falla. El atraco pasa a ser un doble homicidio. En un último suspiro, la víctima menciona el nombre de Inostroza.
Los hechos que ocurrieron el 10 de julio de 1941 cayeron con toda la fuerza en la espalda de Inostroza por su prontuario anterior. Otros dicen que también fue para que las autoridades del momento diesen un golpe de autoridad sobre la mesa, para demostrar que en La Frontera los crímenes no quedaban impunes.
Tras 800 días encarcelado, Emilio muere fusilado. Pese a las pruebas en su contra, siempre declaró su inocencia, relato que acompañó con un buen comportamiento con sus compañeros, incluso aprendiendo a leer y escribir, o enviando dinero a su familia gracias a su trabajo como talabartero al interior del recinto.
Antes de morir, dejó una carta. En ella, defendió su postura, aunque aceptó su destino. En sus últimas palabras, él dice que “solo tengo que verme con Dios”. Hoy, sus restos gozan de popularidad, con cientos de placas, de diversas épocas y lugares, que agradecen los favores concedidos por Inostroza.
Cuevas reconstruye los orígenes del santo a partir de la memoria familiar, para luego conversar con trabajadores del cementerio, seguidores del santo e incluso un pastor evangélico para tratar de comprender este fenómeno local.
El documental incluso cuenta con grabaciones en lugares históricos como el Archivo Regional de La Araucanía, o la misma Cárcel de Hombres; este último lugar contó con el permiso del alcaide, quien les facilitó el acceso para reconstruir la vida al interior del penal, y recrear cómo fueron los últimos minutos del santo, antes de ser fusilado en una pared que da hacia calle Lynch.
Cuevas, quien ha estado detrás de otros documentales como “Esto es Spitfire!” o “Por amor al juego, historia de los Saetas Verdes”, defiende la tarea de cuidar el patrimonio y la memoria local. “En esta enorme globalidad que vivimos hoy día, cada vez miro más mi pequeña aldea. Las historias están acá”, afirma.
El documental aún está en proceso de grabación, y espera pronto entrar en período de montaje, para mostrar al público local los secretos detrás del santo más popular del cementerio de la ciudad.
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