Mediante un convenio de colaboración conjunta, el Museo Regional de La Araucanía aporta con el espacio y sus instalaciones, y la Fundación Chol Chol es el responsable de la gestión de la tienda, su atención, exhibición, venta y difusión de los productos.

No hay nadie que se pueda resistir a un par de aros en plata, a una manta, a una pieza de cerámica, de madera o de fibras vegetales, pero no de aquellas que se venden en grandes tiendas, sino de las confeccionadas a mano, de autoría única, reflejando el talento y creatividad de hombres y mujeres, que han perfeccionado la técnica de crear asombrosas obras de artesanía transformando la materia prima.

En su mayoría, los artesanos no cuentan con un espacio propio para la venta de sus productos. Frecuentemente consiguen asistir a muestras y ferias especializadas, recorriendo otros territorios para exhibir sus obras, lo que implica ser una tarea muy ardua y de poca estabilidad si estos eventos son estacionales.

Esto resumiría, en parte, la historia de cultores, artistas y artesanos de La Araucanía, que encontraron en la Tienda de Comercio Justo Rakizuam, Artesanía+Origen una vitrina para la comercialización de sus productos y la puesta en valor de sus tradiciones.

Este espacio de trabajo hoy reúne con orgullo a una red de 80 artesanos expertos que crean productos de alta calidad. Conocen completamente los costos y precios, y son parte esencial de un sistema de comercio ético, garantizado por la Organización Mundial de comercio Justo -WFTO por su sigla en inglés-.

(Fundación Chol Chol  es una organización sin fines de lucro con una amplia trayectoria como gestor cultural de empoderamiento, visibilización y valoración del trabajo de cultores y artesanos regionales, que ha proyectado en su trabajo a través de la promoción del área de negocios de Comercio Justo, una mirada de promoción cultural internacional para La Araucanía)

En consecuencia a la crisis social y sanitaria, es que el rol de la Fundación ha ido tomando un protagonismo especial. Activando con ello, estrategias de promoción y acompañamiento, que permitan reducir los efectos socio económicos que ha traído esta larga crisis a los artesanos, artistas y cultores asociados.

La Tienda del Museo pasó de ser un espacio altamente visitado por turistas donde se podía interactuar con el personal o con los mismos artesanos que atendían la tienda, a ser uno de los tantos lugares sin acceso a público desde marzo del 2020. Desafiando al equipo en un camino poco explorado: lo virtual. De alta complejidad, sobretodo en el ámbito de la artesanía, donde los productos forman parte de una experiencia al poder tocar, sentir, observar y escuchar a sus creadores.

En resultado, se cuenta con una vitrina virtual alojada en la red social de la tienda, donde se permite la interacción entre artesanos y visitantes, tanto por la activación de talleres en vivo, conversatorios, como por la visualización de una Auténtica Artesanía. De la mano a medios de pago online, etiquetas con códigos QR: conteniendo el mensaje de su creador, fotografías de alta calidad y ventas personalizadas con envíos a todo el país y el extranjero; lo que permite aportar con la mantención de una riqueza artesanal en tiempos difíciles.

¿Pero, cómo comenzó este recorrido?

Un largo camino

Todo comenzó hace doce años cuando en el Museo Regional de La Araucanía, en su proceso de remodelación y restauración de la casona Thiers, se apostó por tener una tienda especializada dentro de sus instalaciones.

El Director del museo Miguel Chapanoff Cerda, ideó la forma en la que se podría habilitar el espacio físico y relevar la producción regional de cultores y artesanos, con pertinencia territorial y que aportara al desarrollo socioeconómico del sector. Fue entonces, que desde el Museo se pensó en otorgar la administración de este espacio a una organización local, que tuviera las condiciones de respaldar esta iniciativa pionera para un museo de la región. Siendo así que se contactó con la Fundación Chol Chol; una organización sin fines de lucro y que cumplía ampliamente con los estándares de desarrollo que estos buscaban.

La Fundación no sólo era una organización con basta trayectoria regional y nacional, si no que, en ese entonces, era la única organización certificada que trabajaba bajo los estándares de Comercio Justo en la región. Un énfasis que hasta el día de hoy destaca dentro de los espacios de comercialización artesanal en la región, ya que tiene la calidad de ser una organización garantizada tanto por su gestión, como por la trazabilidad de sus productos, con el sello de Comercio Justo otorgado por la WFTO.

El inicio de esta tienda marcó un hito para la Fundación. La que hasta ese entonces, tenía una larga trayectoria de trabajo en el ámbito de la artesanía textil.

Sin embargo, esta vinculación contemplaba que tuvieran apertura a otras técnicas artesanales y consideraran la diversidad de las expresiones artísticas o patrimoniales de la región como un conjunto. Que, además, fuera abierta a quienes quisieran participar de este espacio, siendo un lugar de encuentro inclusivo para cultores regionales que cumplieran con los estándares de calidad establecidos. Con la programación de talleres para la transmisión de los oficios y activaciones culturales gratuitas, dirigidas a la ciudadanía.

Se asume entonces la administración de este espacio cultivando una relación bastante estratégica con el museo, ya que de forma simultánea a la remodelación de la casona Thiers, los visitantes sólo tenían acceso al parque y a una muestra temporal que se ubicaba en el primer nivel. Sobresaliendo la tienda como un espacio dinámico, al poder vincular en su conjunto, con el patrimonio artesanal en base a charlas, exposiciones y talleres de difusión cultural.

En este proceso de marcha blanca se fue invitando a creadores de la región, que tuvieran pertinencia cultural, en cuanto a materialidad, inspiración, propuesta de diseño o cuyas piezas reflejaran la diversidad patrimonial presente en el arte mapuche y no mapuche.

Es así como se unen los primeros cultores que creyeron en este pionero proyecto de tienda: el maestro orfebre José Quintriqueo, los maestros alfareros don Sergio San Martín y Sandra San Martín, el maestro artesano talabartero Oscar Huaquimil, el tesoro humano vivo don Lorenzo Aillapán, por nombrar sólo algunos de sus socios fundadores.

Sin duda, son recuerdos que generan historia para la actual Directora Ejecutiva de la Fundación Chol Chol, Susana Ortiz, quien estuvo a cargo de iniciar una tienda que marcó un positivo precedente en el ámbito de la artesanía regional “Con propiedad puedo decir que no éramos una típica tienda comercial entorno a la artesanía porque la hicimos crecer juntos, entre el museo, los maestros artesanos, los visitantes y el equipo de la fundación. Había cercanía, había transmisión permanente. El contar la historia de la mano de los propios maestros artesanos era la forma de invitar al público; semanalmente teníamos a cultores en la tienda; se turnaban una tejedora, un alfarero, un orfebre… El espacio siempre estaba vivo, en ese sentido, estaba muy vinculado a mostrar y a dar una promoción correcta de la mano de nuestros socios cultores; se respondió muy bien a lo que el museo quería, darle carácter humano a un espacio y poner en valor la creación artesanal”.

Es así como la Fundación comienza trabajando con este selecto grupo, sin apoderarse de sus historias. Pues ellos, por sí mismos ya tenían una destacada trayectoria individual. Dando pie a que nuevos cultores fueran creyendo en esta vinculación y se activara finalmente, una red de artesanos, cultores y artistas entorno a este espacio de Comercio Justo. Así se avanzó en el empoderamiento asociativo de éstos, desde donde nace una figura legal en la cual ellos podían tener más fuerza e independencia para visualizarse en la región y vincularse a otros espacios e instituciones con proyectos propios.

El nombre, la imagen.

En sus inicios la tienda fue conocida como el Espacio de Comercio Justo del Museo Regional de La Araucanía. Siendo que justamente se vinculaba al lugar y a los principios del trabajo propuesto en sus inicios. Pero, tanto para la Fundación como para los propios cultores, era un nombre muy largo y la tienda fue incorporando nuevas acciones con estos. Es así como el Museo Regional invita a la Universidad Santo Tomás de Temuco, por medio de la carrera de Diseño Publicitario Multimedial, a desarrollar un proyecto de vinculación y a darle una imagen corporativa al nuevo nombre que se había construido entre todos: “Rakizuam: Artesanía + Origen”.

Susana Ortiz recuerda que el proceso fue de mucho aprendizaje interno, “Había que reunir el sentir de toda esta diversidad de artistas y cultores que teníamos.  Se les entregó a los alumnos el concepto base para que ellos lo pudieran desarrollar, Rakizuam, que tiene que ver con pensamiento, con todo lo que le dignifica a un artesano. Puesto que un creador artesanal no construye su obra en lo material, sino que va mas allá, reuniendo aromas, el sentir de la naturaleza, la observación de su entorno, la tradición o simplemente la esencia de comunicar lo propio, y desde estos elementos, transmitir a su entorno”.

La propuesta ganadora fue del estudiante Ignacio Vargas quien finalmente le dio existencia a la marca. La cual, a juicio de los representantes artesanos e instituciones, sería un instrumento único y original que serviría para representar y promocionar una iniciativa de fomento cultural y comercial, de carácter asociativo.

Miguel Chapanoff, recordó la relevancia cultural del trabajo creativo de los artesanos de la región con este espacio al interior del Museo Regional “Fue muy importante albergar una tienda con una marca propia y que la identificara en un sello que reconoce el proceso creativo de los artesanos y el respeto que como museo tenemos hacia esta actividad. De hecho, en este concepto fueron los propios artesanos quienes aportaron generosamente sus ideas que finalmente se utilizaron en la marca de identidad y nombre del espacio”.

Corporación Cultural

Toda esta formalidad generó internamente que los artesanos que son parte de la tienda tengan la necesidad de estar legalmente constituidos. Viendo que, al estar formalmente asociados, podrían ampliar sus acciones y permitirse crecer en cuanto a nuevas vinculaciones. Postular a proyectos y desarrollar un camino propio en la promoción y transmisión de sus oficios.

En este sentir de los cultores, es que se crea la figura legal de Corporación Cultural Rakizuam. Adoptando parte del nombre de origen de la tienda justamente porque viene de la base que los unió en un principio. Reflejando una emotiva apropiación de todo el camino recorrido.  “Fundación Chol Chol es legalmente la figura administrativa de la tienda y su sello es Rakizuam. Desde donde nace la Corporación Cultural Rakizuam, en honor al mismo nombre, pues ellos son parte del grupo de artesanos que partieron con la tienda y marcaron lo que somos hoy en día”, señala Susana Ortiz.

Comercio Justo y comercialización

Este espacio de comercio justo siempre quiso conservar como tal esa palabra, pues mas allá de ser una tienda especializada, su intención la constituye ser un espacio donde las mejores propuestas artesanales van de la mano con lo humano, con el respeto por el trabajo, la tradición y la persona que hay detrás de cada pieza.

La Fundación Chol Chol desde el año 2005 está acreditada como miembro de la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO), pasando a ser en el año 2016, una organización garantizada y que valida el producto con un sello internacional. Por lo tanto, han sido 102 productores y artesanos, los que han podido participar de la Tienda en el tiempo. Ya sea que de modo permanente exponen, difunden y comercializan sus productos, o de quienes van probando si este lugar les significa como fuente de ingresos.

Por eso la ideología es posicionar la artesanía local como una fuente de trabajo justo, respetuoso con su entorno y donde se puede destacar que en esta tienda es el artesano quien fija su precio de venta en primera instancia. Siendo inmediatamente informado de la construcción de este y así tomar conocimiento de los márgenes establecidos, teniendo conformidad de cuánto es el valor de sus piezas al cliente.

En este aspecto, es un valor que esta tienda sea atendida un día a la semana por los socios artesanos. Como respuesta espontánea de éstos a la relación de transparencia con los visitantes y su crecimiento personal.

El Comercio Justo es definido como “una forma de comercio alternativo basado en el dialogo, transparencia y respeto, donde se valora el trabajo y se mantiene la identidad cultural de los productores y de sus creaciones”, siendo la respuesta a años de lucha por una vinculación más dialogante, más directa y que entregue un soporte económico para el artesano, en lo posible, más estable y que no esté asociado solamente a una temporada. Lo que se vuelve difícil en los tiempos actuales, donde la artesanía no es un bien de primera necesidad para el comprador, pero sí un bien que aporta significancia económica a maestros y maestras en sus oficios.

Dimensionando el impacto positivo que ha tenido la Tienda en los cultores regionales, al mencionar que en sus inicios este espacio comenzó con tan solo 9 proveedores a consignación y con 39 proveedoras en lo textil. Números que a lo largo del tiempo ha ido variando según la propuesta comercial para los propios artesanos, quienes actualmente conforman un total de 80. Un número bastante distinto a sus inicios, pero no menos significativo, teniendo en valor que se ha ido especializando la relación y los estándares del mercado han variado.

Hoy, como parte del avance e innovación en la tienda, se incorporaron códigos QR’s a sus etiquetas. Una dinámica diferente y que acerca a esa textilera o tallador que antes estaba uno o dos días a la semana transmitiendo su oficio en el museo, lo que era de una riqueza absoluta pero también, generaba un desgaste de tiempos en los cuales los cultores podían trabajar en sus talleres.

“Era algo muy significativo ver a los artesanos trabajar en la tienda, pero a la vez, había que reconocer que no podíamos apropiarnos de sus tiempos. Hoy ese traspaso se realiza con los códigos QR, una mezcla de tecnología y tradiciones” expresó Ortiz.

Sin duda, la apuesta por una tienda de artesanía regional fue una idea visionaria que ha cumplido con cada uno de los objetivos propuestos.

¿Qué queda para el futuro? La directora de la Fundación Chol Chol es clara en decirlo “Nuestro desafío en el área de la artesanía es que esta sea más reconocida, que las personas de la región estén orgullosas del patrimonio artesanal y saber que no necesitan regalar algo plástico porque esté de moda, sino más bien, puedan entregar un sentimiento, un valor que perdura y al mismo tiempo, haga perdurar el oficio artesanal. Es importante tener conciencia de nuestros orígenes, ser promotores y apoyar la economía local. Ahí entramos nosotros como Fundación, buscando mantener este trabajo colaborativo con la Corporación de artesanos, con el museo regional, incentivando a la ciudadanía con talleres o muestras. Que, por ahora, son en línea, porque de una u otra forma, no hay que perder la conexión con las personas. Sobretodo, con el cultor, que  mantiene con su producto un patrimonio material, y con su historia, un patrimonio inmaterial”.

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