En un mundo que busca controlar su futuro

Escribe: Escribano de Valencia

El control de la pandemia parece que está aún lejos de ser una realidad lograda completamente. Y es que de seguro vamos a vivir por mucho tiempo en la inseguridad de un virus, que nos ha puesto todos/as en un estado de alerta permanente. Un estado de incertidumbre como sobrevivientes de otra de las grandes batallas que la humanidad lleva adelante con el afán de su conservación, un grito desde las entrañas del ser por vivir.

 Pero vivir es más que sobre-vivir, es la búsqueda de construir, y porque no decirlo re-construir, para lo cual en estos momentos debemos mirar a Chile en la perspectiva de lo diverso, de lo emergente y de lo necesario. Es decir, estamos ante un país que se abre paso a la diversidad, en la persona de aquellos que se integran y que debemos aprender a acoger como hermanos/as nuestros.

Estamos en un país donde emergen nuevos movimientos, nuevas demandas, nuevas formas de estructurar la sociedad, de lo cual es una clara expresión el proceso constituyente, y la posible futura constitución. Ante lo cual debemos estar preparados para ser parte de dichos procesos con apertura y también mucha sabiduría.

Estamos en la perspectiva de lo necesario; la necesaria profundización de nuestra vocación democrática, la necesaria transformación social que nos permita salir de muchos letargos y del estado de abandono, y marginalidad en que muchos se encuentran. Necesitamos esfuerzos mancomunados para que Chile enfrente este nuevo siglo con esperanza y con renovadas energías.

En ese contexto, los conflictos medioambientales nos ponen de frente a temas que debemos comprender con mayor profundidad y compromiso. Al mismo tiempo, la migración es otro de los temas emergentes de este último tiempo; aunque para nada sea un tema nuevo. Todas las oleadas de personas que tratan de llegar a Europa desde África, o todos los que buscan pasar la frontera hacia los EEUU. Y en nuestro caso, la llegada de hermanos/as de países vecinos de Latinoamérica, que le están dando una nueva configuración a nuestra población y nos invita, sin duda, a abrirnos a la novedad del que viene.

Al mismo tiempo, nuestros pueblos originarios, que en estos días hemos celebrado, en su cosmovisión y sus tradiciones son un “hálito” que da también respiro a la vida moderna, atiborrada de tanta tecnocracia, pero que a veces nos hace perder el equilibrio interior. De hecho, los mismos pueblos originarios nos podrían enseñar a relacionarnos con el entorno, una realidad tan evidente pero tan olvidada, ya que, a propósito de cambio climático, en las culturas ancestrales esto no es un problema, debido a que la relación con la naturaleza es algo espontáneo, que puede seguir aportándonos en nuestra propia espiritualidad ecológica. Por tanto, hay que ver más allá del encuadre del conflicto para aprender a esperar, preparar, y tal vez no tanto controlar un futuro, que debemos más bien construir entre todos y todas. Solo en la apertura del futuro seremos más humanos, no sólo sobrevivientes de un tiempo de pandemia, y de cambios desafiantes.

Abrazos a todos y todas.

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