La Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad de La Frontera, a través del Centro de Gestión y Tecnologías del Agua (CEGETco), Centro de Excelencia de Modelación y Computación Científica (CEMCC) y el Instituto del Medio Ambiente, ha puesto a disposición del Gobierno Regional una serie de capacidades para contribuir al desarrollo de La Araucanía con investigación, innovación y desarrollo tecnológico que brinde soluciones integrales a la gestión sustentable del agua.
El último informe mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos (2019), plantea que, del total de muertes humanas registradas en el planeta asociadas a algún aspecto detonante con carácter de emergencia, se debe en gran medida al consumo de agua y saneamiento inadecuado. Esto quiere decir que un 85% de las muertes fue producida por enfermedades como la diarrea y cólera, lo cual pone el saneamiento y la potabilización del agua como uno de los mayores desafíos mundiales a superar en un contexto de pobreza.
Respecto a nuestro país, específicamente en La Araucanía, la última encuesta CASEN (2017), posiciona a nuestra región con los peores índices de pobreza a nivel nacional (el doble del promedio nacional) además, según esta misma encuesta, respecto de servicios básicos, como el residir en una vivienda sin servicios sanitarios básicos (WC, llave dentro de la vivienda y agua según estándar urbano o rural), La Araucanía nuevamente presenta el índice deficitario más alto a nivel nacional, equivalente a un 18,2%, más que el doble del promedio nacional (8,6%).
Según estas cifras, es correcto entonces preguntarse si la falta de agua se relaciona más con la pobreza que con la disponibilidad hídrica o dicho de otro modo ¿es el cambio climático la principal causa de la falta de agua potable en la población rural o es la escasez de recursos económicos? Pues veamos los datos.
El cambio climático se ha hecho notar en las principales cuencas fluviales de La Araucanía, con registros que muestran de forma clara el aumento progresivo de las temperaturas, disminución de las precipitaciones y por ende, disminución del caudal de los ríos Cholchol, Cautín y Toltén. Sin embargo, a nivel país, la Región de La Araucanía es la cuarta región con mayor disponibilidad de agua per cápita al año (m3/habitante/año), esto según el Diagnóstico de la Gestión de los Recursos Hídricos de Chile, elaborado por el Banco Mundial (2011). En esta misma línea, en La Araucanía existe una oferta de 1.041 m3/s de agua aproximados, esto frente a una demanda de la misma entre los 14 y los 25 m3/s, por lo que tendríamos un excedente aproximado 40 a 70 veces superior a lo demandado (datos de la Dirección General de Aguas, DGA y del Atlas del Agua de Chile, 2016). Pero dada la tendencia a la baja en las precipitaciones, es muy probable que la proyección hecha por el Banco Mundial y la DGA se excedan en optimismo.
En contraste, aproximadamente 280.000 personas dependen de sistemas de Agua Potable Rural (APR), abastos de agua o camiones aljibe (esto según la Política Regional de Recursos Hídricos de La Araucanía, 2016). De estas 280.000 personas, aproximadamente el 35% depende de camiones aljibe (entre 90.000 y 99.000 personas) aun que según datos del MOP publicadas el 29 de septiembre de 2019 en el diario Austral de Temuco, esta cifra podría ser mayor, llegando a las 140.000 personas, los cuales viven con 50 Litros de agua al día para beber y para sus necesidades básicas. Ello significaría que entre el 10% y 15% de la población regional se encontraría en esta situación.
Tanto el Ministerio de Obras Públicas, como el Gobierno Regional, mediante fondos FNDR, se han puesto metas exigentes para lograr dar solución a este gran dolor regional, y sin duda la inyección extra de recursos provenientes del Plan Impulso son aires frescos que ayudan a oxigenar la situación sofocante que viven miles de familias en contexto rural, lo cual se agradece muchísimo.
Pero no podemos pasar por alto la oportunidad que se presenta para la academia, aunque en muchos aspectos es evidente la desconexión entre las capacidades instaladas en las universidades y las decisiones políticas. Pero esta situación ya no puede continuar, es necesario que las universidades regionales tomen decisiones claras que conlleven acciones concretas en común acuerdo con las autoridades regionales para el logro de la resiliencia ante el cambio climático. Con esto no desconozco los esfuerzos particulares que tanto funcionarios públicos y académicos han desarrollado o están desarrollando en pro del problema. Lo que deseo plantear es la necesidad urgente de un acuerdo institucional, que permita el trabajo de un plan de desarrollo común entre el Gobierno y las universidades. Porque mientras exista esta desconexión, el más humilde seguirá esperando la visita de un camión aljibe para abastecerse de un recurso que, paradójicamente, aun es suficiente en la región de La Araucanía.
El cambio climático nos afecta, es cierto, pero la pobreza aun más. Es en este sentido que la Universidad de La Frontera ha puesto a disposición del Gobierno Regional las capacidades de la Facultad de Ingeniería y Ciencias, que a través del Centro de Gestión y Tecnologías del Agua (CEGETco), Centro de Excelencia de Modelación y Computación Científica (CEMCC) y el Instituto del Medio Ambiente, actualmente se encuentran trabajando en dos proyectos pilotos; el primero corresponde a la implementación de una plataforma interoperable para la Gestión Integrada de Recursos Hídricos, y el segundo corresponde a la Telemetrización de APRs para controlar variables de operación y calidad del agua desde la plataforma antes mencionada. La Facultad apuesta a que todos sus Centros sean un aporte para la Región de La Araucanía, transfiriendo conocimiento y capacidades hacia aquellos que más lo necesitan.